Veamos lo que hace diferente a la última película de Christopher Nolan de entre las cinco ocasiones que se ha mostrado el asedio de Dunkerque en el cine.
La crítica especializada en bloque y gran número de cinéfilos no debaten últimamente sobre otra cosa que no sea Dunkerque (Dunkirk, 2017), la décima película del celebérrimo Christopher Nolan. Hay opiniones para todos los gustos acerca de ella: las que provienen de sus incondicionales ciegos, las de sus obstinados detractores, las de los indiferentes y las de algunos espectadores razonables. Y lo que llama sobremanera la atención es el hecho de que a pocos, analistas de cine incluidos, se les ha pasado por la cabeza destinarle unas cuantas líneas a las adaptaciones anteriores de este tremendo episodio de la Segunda Guerra Mundial, aunque sea para elaborar una comparación rápida.
La Dunkerque de 1958 es una narración pormenorizada de lo más tradicional, poco vistosa en sus planteamientos visualesSi Nolan se dedica a contar específicamente cómo fue la evacuación de cientos de miles de soldados británicos de la playa de Dunkerque, casi sin explicaciones de ningún tipo, el filme homónimo que llevó a cabo el inglés Leslie Norman en 1958 está marcado por la contextualización activa en diversos aspectos de la historia: el fracaso de la Línea Maginot, la propaganda cinematográfica, los movimientos de tropas y de la población que huye durante el progresivo cerco alemán, la escasa información que el Gobierno británico de Neville Chamberlain le proporcionaba a los periodistas, los que se aprovecharon …