La intensidad y destrucción que está dejando tras de sí la temporada de huracanes de este año ha hecho resurgir la cuestión sobre si los huracanes se pueden detener de algún modo, antes de que lleguen a tierra firme y empiecen a poner todo patas arribas — y a costar vidas.
Una idea para detener los huracanes, que es recurrente desde hace más de medio siglo, plantea la posibilidad de dispersarlos con bombas atómicas.
La propuesta la hizo “seriamente” y por primera vez el meteorólogo Jack W. Reed en 1959. El plan de Reed se puede leer en aquí. Tal y como cuentan en Nuking Hurricanes: The Surprising History of a Really Bad Idea (Nukeando huracanes: la sorprendente historia de una idea realmente mala),
Reed especuló que un submarino podría viajar bajo el agua para colocarse bajo el ojo de un huracán y desde ahí lanzar y detonar uno o más misiles nucleares. La explosión resultante desplazaría hacia la estratosfera la mayor parte del aire relativamente cálido del ojo del huracán, que sería reemplazado por el aire circundante, más frío y denso, reduciendo la velocidad del viento y debilitando la tormenta.Reed calculó que una explosión de 20 megatones podría ralentizar una tormenta con ráfagas de 200 km/h y vientos sostenidos de 100 km/h.Pero Reed no encontró a nadie que apoyara su idea.
Y Reed no encontró apoyo porque básicamente su idea era realmente mala y no iba a funcionar por varios motivos, enumerados en el vídeo What Happens If You …