Disculparse es un acto valioso, pero cuando se convierte en un hábito excesivo puede reflejar algo más profundo. Según expertos, pedir perdón todo el tiempo puede deslegitimar el gesto y debilitar la autoestima, dejando un impacto negativo tanto en quien lo hace como en quienes lo reciben. ¿Qué significa esta conducta y cómo manejarla?