Según la consultora IDC, de aquí a 2023 se desarrollarán e implementarán más de 500 millones de aplicaciones, tantas como en los 40 años previos. Dado que el número de desarrolladores no ha experimentado un crecimiento similar ni por asomo, responder a esta creciente demanda pasa inevitablemente por dar las herramientas a usuarios menos avanzados para que sean capaces de crear sus propias aplicaciones.
Eso, claro, exige minimizar la importancia de la codificación a la hora de desarrollarlas. Y ahí es donde entran dos conceptos en auge en los últimos años y que, según un reciente informe de Research and Markets, dentro de 9 años podrían estar generando unos ingresos de 187.000 millones de dólares, frente a los 10.900 millones que generaban en 2019…
Dichos conceptos son 'no-code' y 'low-code', y nos los encontraremos mencionadas de forma conjunta en múltiples fuentes porque, sencillamente, no siempre está clara la frontera entre ambos.
"La programación no va de escribir, sino de pensar" (Chris Wanstrath, CEO de GitHub)
Tanto las soluciones low-code como las no-code ofrecen todo lo necesario para crear una aplicación de manera rápida y relativamente sencilla, normalmente contando con un entorno de desarrollo de naturaleza fundamentalmente visual (por ejemplo, mediante sistemas de arrastrar y soltar bloques, como en los sistemas de aprendizaje de programación para los más pequeños).
Sin embargo, existen diferencias entre las mismas.
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