Los videojuegos, al igual que cualquier otra forma de expresión artística, suelen ser bastante ingratos con quienes se aventuran a crear algo nuevo, esto sin importar qué tan trascendente sea la obra en cuestión. En marzo de 1997 cuando todos consideraban que el 3D era el único futuro del medio, Koji Igarashi junto con un muy talentoso equipo al interior de Konami, nos regaló Castlevania: Symphony of the Night, probablemente uno de los títulos más influyentes de todos los tiempos que claro, junto con Super Metroid, definieron al género que ahora conocemos como Metroidvania. Después de que este verdadero genio del diseño continuara con excelentes propuestas en portátiles como el Game Boy Advance y DS, fue momento de que dejara al famoso publisher y desarrollador nipón, el cual, comenzó ha apostar por otro tipo de negocios al ver que desgraciadamente, ni sus series más famosas encontraban rumbo en la parte comercial. Ahora, ya como independiente, los nuevos proyectos del siempre legendario “Iga”, comienzan a dar sus primeros frutos.