No debí haber intentando hacer dos entregas a la vez. “Calzado a punto de arruinarse” avisa mi interfaz. Lo que me faltaba. Solo medio kilometro más para el objetivo. ¡Maldita sea! De nuevo el clima haciendo de las suyas, solo esperemos que no me tope con zona de BTs… Claro ahí está, de nueva cuenta mi sensor se vuelve loco mientras una figura fantasmagórica se posa enfrente de mi. La piel se me pone de gallina. ¿Rodear por el río? No tengo de otra. Aguanto la respiración. Muy tarde. Mi cuerpo destrozado por el largo viaje es arrastrado cientos de metros por seres de otro mundo mientras mi preciado cargamento sale volando por todas partes. Finalmente logró levantarme y lanzo dos granadas repelentes casi al azar. No tengo el lujo de pelear frente a frente aún. Parece que la desesperada idea funciona. Recojo los dañados paquetes y opto por la ruta más extensa, pero segura. Mi corazón palpita con mucha fuerza. Ahí está la base. Respiro. Finalmente he llegado a mi destino. Una entrega más que ha costado sudor y sangre. Bienvenido a la reseña del espectacular, Death Stranding.