Al ser God Eater 2: Rage Burst una secuela que no está ligada enormemente a los sucesos del primer juego, la expectativa que se generó de éste (por lo menos en Occidente) fue muy notoria, sobre todo tras el lanzamiento de la remasterización de su precuela que, por lo general, tuvo una buena recepción. No obstante,, el juego termina cayendo en la propia trampa del estigma de las continuaciones ya que acaba sintiéndose como una oportunidad sumamente desperdiciada que, aunque no es mala, deja ver que pudo haber dado para muchísimo más.