Hay momentos que difícilmente se pueden olvidar. Por ejemplo, nunca olvidaré la primera vez que bebí una cerveza, la primera vez que tomé un control de SNES, mi primer concierto o lo divertido que la pasamos mi hermano y yo con la franquicia de Mortal Kombat. Cuando éramos niños, podíamos pasar horas frente al televisor intentando encontrar todos los fatalities de los personajes o viendo quién derrotaba al último jefe de cada título. Vaya que fueron buenos momentos.