En España hay talento creativo. De ello no hay duda, pero el negocio del desarrollo de videojuegos es prácticamente inexistente. Son pocos los que viven de verdad de esto. Es una industria al alza que cada año sube un nivel. «RiME» es un ejemplo de cómo cruzar buenas ideas y lograr una experiencia cautivadora en la que el videojugador debe encontrarse con sí mismo y su yo interior.
Han pasado varios años (en 2013) desde que este título del estudio Tequila Works se anunciara. Pronto, lamentablemente, causó expectación. Unas imágenes y un planteamiento fueron más que suficientes como para que se aplaudiera antes de tiempo. Este título ha pasado de estar en boca de todos a vivir su particular diatriba de acontecimientos desesperantes. Estuvo a la deriva. Estuvo casi perdido. Estuvo en poder de Sony, que había planificado su lanzamiento en exclusiva pero, por una serie de dimes y diretes, la compañía logró tener los derechos de explotación.
El resultado es embriagador. Magnífico. Maravilloso. Con unas texturas y diseño artístico que parece cabalgar entre los parajes de Zelda, el sacrificio de «The Last Guardian», la calidez de «Journey» o los trazos del pintor español Joaquín Sorolla. Unas influencias que lo convierten en un título muy original, casi único en su género. Tiene unos aires mediterráneos que se enclavan dentro de cada esquina del entorno de juego y que hace que sea parte de su atractivo. Y de su magia. Porque todo lo que le envuelve es un truco estético …