Antes de empezar: hace muchos años que tengo la suerte de poder considerar amiga a Olga Osorio, la directora de la película. Pero puedo prometer y prometo que ¡Salta! me ha gustado mucho con independencia de eso. O a pesar de eso. Y también ayuda que está ambientada en mi ciudad, claro.
En el verano de 1989 Óscar y Teo lidian como pueden y saben con la desaparición de su madre, una física obsesionada con el estudio de los agujeros negros. Óscar, con 13 años, se convierte en un adulto precoz mientras estudia los papeles que ha dejado atrás su madre en un intento de comprender que ha pasado y de dar con una forma de encontrarla. Teo, que aún tiene once años, no puede dejar de hacer cosas más acordes con su edad. Aunque por dentro le duela tanto como a su hermano la desaparición de su madre. Sólo que a lo mejor no es capaz de demostrarlo. O no sabe cómo. Y eso saca un poco de quicio a Óscar.
Pero será Teo el que, haciendo uso de la ingenuidad infantil que conserva –y de no poca picaresca– el que descubra que su madre tenía razón y que hay agujeros de gusano sueltos por ahí esperando a que alguien los use. Así que ni corto ni perezoso salta en uno de ellos… para desaparecer de 1989.
Lo que nos lleva a encontrarnos con un Óscar adulto que en 2022 sigue obsesionado con los agujeros de gusano y con …