Las películas y series de zombies han pasado por muchas etapas, pero hubo un momento concreto, a principios de este siglo, que cambió por completo la imagen que teníamos de los muertos vivientes. Durante décadas, habíamos estado acostumbrados a criaturas tambaleantes y lentas, siempre presentes en segundo plano, hasta que un grupo de supervivientes cometía un error fatal. Sin embargo, de un día para otro, llegaron esos zombies rápidos, casi imparables, que parecían más velocistas de atletismo con muy mala leche que cadáveres reanimados. Y todo esto surgió gracias a una película de Danny Boyle que, aunque en su momento no contaba con un gran presupuesto, terminó marcando a toda una generación de aficionados al terror.El antes y el después de un apocalipsis demoledorLa historia arranca con un protagonista que despierta en un hospital completamente desierto después de haber estado en coma durante un tiempo, y cuando al fin abre los ojos, descubre que la ciudad está en ruinas, vacía y con evidentes signos de violencia. Algo que seguramente te recordará a una serie muy querida dentro del público amante de los zombies.A medida que avanza por las calles silenciosas, se da cuenta de que algo terrible ha sucedido. De pronto, Londres, el lugar en el que se ambienta la película, está desértica. Y el motivo es tan oscuro como preocupante. Unos seres salvajes y aterradores que corren a una velocidad endiablada y que han perdido todo rastro de humanidad persiguen a los vivos con la intención de asesinarlos con …