La respuesta que ha dado la SEP a las bajas calificaciones de estudiantes en ciencias, matemáticas y comprensión lectora es, cuando menos, controvertida. Para la SEP, hay un detalle que todos están dejando pasar de largo: todos los países de la OCDE tuvieron bajas en matemáticas y español y, aunque México bajó, no lo hizo tanto. Ese argumento tambaleante es el que le sirve para asegurar que los resultados de la prueba PISA son, si acaso, reflejo de la "adaptabilidad de nuestro sistema educativo frente a circunstancias inusuales".
La prueba PISA colocó a México en las posiciones cercanas al lugar 50 en cada una de las asignaturas evaluadas: lectura, ciencias y matemáticas. Los puntajes en los tres rubros han disminuido respecto a hace diez años, pero para la SEP esos resultados deben evaluarse a detalle y "considerando el contexto" para "evitar interpretaciones reduccionistas".
Los resultados de la prueba PISA llegan en un momento delicado para México, que ha empezado un nuevo mecanismo de enseñanza que acompaña al ciclo escolar en curso. La Nueva Escuela Mexicana llegó con un desastre en la comunicación de la información de los nuevos libros de texto, lo que provocó una serie de conferencias oficiales para desenmarañar sus contenidos. El concepto de Nueva Escuela Mexicana es uno aprobado en 2019 y apenas puesto en marcha, que parte de concebir la educación básica no como constructor de capital humano, sino como herramienta para entender los conceptos de ciudadanía.
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