Una prueba de cómo han crecido los presupuestos necesarios para el desarrollo de los videojuegos es el nuevo título de Tomb Raider. Este aumento es algo que lleva incrementándose desde hace varios años y lejos de cambiar su rumbo sólo nos demuestra por qué los publishers están tan desesperados por hacer que los jugadores gasten más de los $60 dólares promedio.