Los jóvenes cada vez acceden antes a la tecnología: los smartphones y tabletas están a la orden del día, incluso se convierten en aliados de padres y maestros en la educación de los hijos. Sin embargo, de forma paralela, los riesgos del mundo conectado acechan para aprovecharse de la inocencia y el desconocimiento de los niños y adolescentes (también incluso para los adultos) en muchos ámbitos.
Además de fenómenos como el acoso infantil a través de las redes o el riesgo de toparse con estafas online, existe otro factor que puede hacer peligrar la seguridad de los menores. El hecho de haber nacido en la era digital y controlar las herramientas tecnológicas, en muchos casos, mejor que los mayores, puede provocar que realicen acciones a espaldas de sus padres, pese a sus advertencias. En la mayoría de los casos en los que se da este hecho, los menores borran su historial de navegación o guardan, dentro de alguna carpeta «profunda», una foto o vídeo de contenido pornográfico o de violencia explícita, algún mensaje subido de tono con amigos o parejas o una conversación sobre alguna gamberrada de fin de semana. Sin hablar de fenómenos como el «sexting» o el «bullying», tan tristemente extendidos entre los jóvenes.
«El refrán ‘fui cocinero antes que fraile’ no se puede aplicar a los padres de hoy en día en lo que respecta a las nuevas tecnologías. Es más, al ser nativos tecnológicos, la mayoría de los niños se desenvuelve en entornos móviles …