Spin nulo. Por Rubén Azorín y Juan Vicente Azorín. Ediciones B 2020. 288 páginas.

En 2021 Ian Blom se incorpora al CERN para trabajar en la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones tras una parada para someterlo a ciertas mejoras. Ian va a trabajar a las órdenes de Herman Hahn, quien cree que ciertas propuestas de K pueden permitirles alcanzar resultados de una calidad no vista hasta el momento.

En 2027 Hahn está en Japón para la inminente puesta en marcha del Colisionador Lineal Internacionl (ILC), un acelerador de partículas más potente que el LHC y con el que la comunidad científica espera adentrarse en nuevas áreas de la física. Quieren ir mucho más allá del bosón de Higgs. Pero como suele suceder en estos casos hay quienes auguran el fin del universo –o como poco del mundo– en cuanto se ponga en marcha.

Pero parece haber alguien dispuesto a que el ILC no se pueda poner en marcha. Aunque usa métodos mucho más sutiles que agitar pancartas en manifestaciones o poner tuits al respecto. Al mismo tiempo –o más bien seis años antes– Ian descubre algunas cosas raras en su vida e inconsistencias en las que decide no pensar mucho porque teme que su novia Corina vuelva a desaparecer sin rastro.

La novela salta entre las dos épocas para ir desarrollando la historia. Pero si se lee atentamente igual aparecen sospechas de que esos no son los únicos saltos que da el argumento. O sus personajes.

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