Durante años, la figura de Steve Jobs ha estado vinculada, además de su visión empresarial, a la innovación tecnológica y estética, pero su relación con la filantropía ha sido un tema de debates y de especulación. Y es que, a diferencia de otros magnates del mundo tecnológico, como Bill Gates, cuyas donaciones multimillonarias son ampliamente publicitadas, Jobs optó por un enfoque diametralmente opuesto: dar en silencio, sin buscar reconocimiento ni aplausos.
Ojos que no ven, manos que no aplauden
En el ecosistema de Silicon Valley, donde las grandes donaciones suelen ir acompañadas de nombres grabados en edificios y anuncios de prensa, Steve Jobs se mantuvo en la sombra. Durante décadas, tanto él como su esposa, Laurene Powell Jobs, destinaron millones de dólares a diversas causas sin hacer públicas sus contribuciones. Sin embargo, su reticencia a hablar sobre sus donaciones lo convirtió en blanco de críticas (pues se asumió que eso significaba que tales donaciones no existían).
En 2011, The New York Times publicó un artículo titulado "El misterio de la filantropía pública de Steve Jobs", en el que abordaba la inexistente evidencia de donaciones a su nombre. El artículo desató una ola de comentarios que ponían en duda su generosidad, ignorando que gran parte de su filantropía se realizaba de manera anónima.
La respuesta llegó años después, tras la muerte de Jobs. Fue entonces cuando Tim Cook reveló, por ejemplo, que su antecesor había donado 50 millones de dólares a hospitales de Stanford, financiando un nuevo edificio principal y un …