La última actualización de la aplicación trae a colación el eterno dilema sobre las facilidades que se le han de proporcionar al usuario para realizar determinadas acciones.
Las aplicaciones de mensajería son algo tan común en la actualidad como lo es ir a comprar el pan todas las mañanas. La llegada de internet en general y la popularización de los teléfonos móviles en particular han hecho que estas se expandan como la pólvora entre la población y hayan calado muy hondo en todos los segmentos de la misma.
Si bien es cierto que el éxito varía de unas a otras, todos somos capaces de identificar al menos tres plataformas de mensajería instantánea que nos permiten comunicarnos con nuestros contactos de manera más o menos similar. Una de ellas es Telegram, la app rusa que apareció como respuesta a la hegemonía de WhatsApp y que, si bien está lejos de suponer una amenaza real para esta segunda, cuenta con una base que supera los 100 millones de usuarios y que no deja de aumentar día tras día.Para triunfar, eso sí, es necesario diferenciarse de la competencia. Esto es algo que tuvieron muy presente en Telegram desde el primer momento, ofreciendo características como los stickers, la posibilidad de enviar gifs haciendo uso directamente del buscador interno de la aplicación o el contactar con otra persona mediante su nombre de usuario en lugar de tener que hacer uso del número de teléfono. En el camino también llegaron implementaciones tan útiles como los bots o …