"Voy a dejar mi marca en la historia, más que los presidentes o los tiranos".
The X-Files, la legendaria serie de fantasía y ciencia ficción creada por Chris Carter en 1993, está de vuelta con una undécima temporada; y después del despropósito argumental que supuso lo que hicieron con la conspiración extraterrestre y, así, con la mitología de esta obra imperecedera durante la anterior, uno no alcanza a comprender las razones por las que está deseando devorar los diez flamantes capítulos. El comienzo de “My Struggle III” (11x01), la secuencia que hay antes de los característicos títulos de la serie, es uno de esos ágiles montajes con diferentes escenas y un monólogo elocuente que ya habíamos visto, por ejemplo, en “Little Green Men” (2x01), “Paper Clip” (3x02) o “Biogenesis” (6x22); aquí, con momentos de la historia contemporánea y de otros episodios que sirven para que nos resulte familiar y a la vez nuevo lo que contemplamos, y las siniestras palabras del Fumador (William B. Davis), de quien por fin nos descubren su nombre completo, Carl Gearhart Busch Spender, después de que nos revelaran sus iniciales en “Two Fathers” (6x11).
Se soluciona uno de los mayores entuertos de la temporada precedente: la traición a una de las reglas fundamentales de The X-Files, que toda la trama conspirativa global jamás salía a la luz públicaA continuación, para asombro de los espectadores, se soluciona uno de los mayores entuertos de la temporada precedente: la traición a una de las reglas fundamentales de The X-Files, …