En 1931, un equipo de arqueólogos encontró un caparazón de molusco en una cueva del Pirineo en la que estudiaban pinturas rupestres. Inicialmente, los investigadores pensaron que se trataba de algún tipo de cuenco ceremonial, y el caparazón pasó a engrosar la colección de un museo, solo que no era un cuenco.Read more...