Durante años, la regla no escrita en la industria automotriz era clara: si quieres un auto confiable, compra japonés. Lexus, Toyota, Honda o Mazda dominaron los rankings de calidad y durabilidad, y lo hicieron con una filosofía obsesiva por el detalle. Pero ese reinado está bajo amenaza y no es una amenaza menor. Viene disfrazada de eficiencia, simplicidad y una velocidad de innovación que nunca habían enfrentado. Tesla y BYD no solo redefinen cómo se fabrican los autos, obligan a los gigantes tradicionales a replantarse todo.
La diferencia no está solo en el tipo de motor o en la autonomía. Es mucho más profunda, de hecho es una filosofía llamada kaizen. Se trata de cómo entienden el automóvil desde su concepción. Mientras Toyota aún equipa su SUV eléctrico bZ4X con piezas diseñadas para vehículos de combustión, como una viga transversal de acero que reduce las vibraciones de un motor que ya no existe, Tesla y BYD construyen sus coches desde cero. Sus diseños eliminan piezas, integran funciones y simplifican procesos que llevan décadas siendo estándar. La razón es simple: nunca se plantearon electrificar un coche a gasolina. Desde el primer trazo, todo estaba pensado para moverse con baterías.
Este cambio ha golpeado a la industria como un camión sin frenos. Un ejemplo lo deja claro. Caresoft Global Technologies, una empresa de ingeniería, tomó un coche de Toyota y uno de Tesla. La pieza 55330-42410, una barra de acero de nueve kilos, fue …