Quienes me sigáis habitualmente sabéis que, además de este trabajo editorial, tengo mi propio estudio de grabación. Allí me dedico a grabar, mezclar y masterizar a artistas independientes, en su mayoría músicos que buscan encontrar su primera oportunidad para meter la cabeza en el complejo (y no siempre bonito) mundo de la industria musical.Una de las cosas que escucho más a menudo en sus conversaciones es el asunto de subir su trabajo a Spotify. Los motivos están claros: por un lado, es una manera de promocionar su trabajo en la plataforma "que tiene todo el mundo". Por otro, es una manera de monetizar su música. O al menos eso es lo que ellos creen.La cruda realidad del asunto es que, desgraciadamente, Spotify no va a ayudarles a conseguir su sueño. Ahora mismo, lo que nació como una manera de democratizar el consumo de música y ponerlo al alcance de todo el mundo a precios asequibles, se ha convertido en una empresa que encarna una de las caras más oscuras de la industria.La crisis de identidad que está matando a la músicaHoy en día Spotify es una enorme app contenedor. Basta con pasarse por su página principal para ver que ya no sólo alojan música en sus servidores. Sí, por supuesto, sigue ocupando un lugar destacado en la app porque es de donde vienen la mayor parte de sus contenidos, pero también encontramos audiolibros y contenidos polémicos como el podcast de Joe Rogan, acusado de difundir bulos durante la pandemia de …