Tus e-mails te espían. En serio, no estoy siendo paranoico: la mayoría de los correos que llegan a nuestras bandejas de entrada cada día hacen uso de un sencillo sistema de seguimiento que permite saber cuáles de ellos abrimos y cuáles no. Lo usan, sobre todo, las empresas y departamentos de marketing para analizar el impacto de sus 'campañas masivas' y saber qué e-mail se abren y cuáles no.
Este método es el conocido como 'píxeles de seguimiento': se trata de pequeñas imágenes de 1x1 píxeles incrustadas en un e-mail que has recibido. Suelen ser ficheros en formato GIF o PNG, lo que permite también que la imagen sea transparente.
Y así, al abrirlo en tu cliente de e-mail favorito, nuestro equipo accede al servidor donde se almacena la imagen, lo que le permite registrar la interacción.
Así, el remitente no sólo es capaz de detectar si hemos abierto o no su correo, sino que también es capaz de saber cuántas veces lo hemos vuelto a abrir y, a no ser que usemos un servicio VPN, nuestra conexión le permitirá saber desde qué localización y dispositivo hemos accedido.
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