Se lo tengo dicho a mis amigos: escalar es un verdadero peligro. Te llenas las manos de callos, te partes huesos con cualquier caída tonta y, desde hoy, sé que te puedes convertir en el desayuno de un oso silvestre a poco que andes despistado. Y si no me crees, atento a lo que le pasó a este montañero. Read more...