Un misterioso sonido que recuerda al graznido de un pato gigantesco lleva décadas intrigando a la comunidad científica en las aguas de la Antártida. Las grabaciones revelan un patrón fascinante: cuando una fuente emite el sonido, las demás guardan silencio, como si estuvieran escuchando antes de responder, según detalla un nuevo estudio presentado en Science Alert.El investigador Ross Chapman, científico marino de la Universidad de Victoria, ha dedicado décadas al estudio de este fenómeno. Sus hallazgos, presentados en la 187ª Reunión de la Sociedad Acústica de América, sugieren que estos sonidos podrían ser parte de un sofisticado sistema de comunicación entre cetáceos.Los misterios que esconden nuestros océanosLa historia del Bio-Duck comenzó en 1960, cuando se registró por primera vez en aguas antárticas. Desde entonces, la exploración de las profundidades marinas ha revelado que el sonido también está presente en la costa occidental de Australia. El misterio dio un giro inesperado en 2014, cuando mediante dispositivos de seguimiento, los científicos lograron vincular estos sonidos con las ballenas minke antárticas.Chapman ha estudiado el paisaje sonoro del océano austral desde la década de 1980, cuando las grabaciones revelaron que tanto el Bio-Duck como su variante de mayor frecuencia, el Bio-Goose, podían escucharse alrededor de Australia y Nueva Zelanda. La regularidad del sonido era tan perfecta que inicialmente los científicos dudaron de su origen biológico.Las condiciones cambiantes de los océanos añaden urgencia a estos estudios. El equipo de Chapman ha identificado varios "hablantes" en diferentes ubicaciones del océano, todos produciendo estos sonidos en un …