Los antiguos pobladores de este país, tenían su versión muy particular del origen del universo y todo lo que contiene. En su cosmovisión Cipactli (el monstruo de la tierra) flotaba sobre las aguas y de su cuerpo se formaron el cielo y la tierra. A las faldas del Iztaccíhuatl existe un estanque estacional llamado Nahualac, al fondo de él se halla un adoratorio o tetzacualco y cuando está lleno de agua, la calma de su reflejo hace pensar en el universo.
Nahualac se encuentra a 3870 msnm, la arqueóloga Iris del Rocío Hernández Bautista es la responsable de las exploraciones en el sitio. Así fue como tras una denuncia de destrucción en el año 2015, se iniciaron en el 2016 los trabajos interdisciplinarios de excavación y recuperación de piezas arqueológicas entre cerámica, materiales de piedra, y algunos restos orgánicos.
Nahualac se compone de dos partes, un estanque dentro del cual fue construido el adoratorio en la época prehispánica, está hecho de bloques de piedra sin ningún tipo de adherente y es de forma rectangular, sus medidas son: 11.5 x 9.8 metros.
Unos metros al suroeste se encontraron entre manantiales que brotan del suelo, piezas de cerámica que retratan a Tláloc, el dios de la lluvia, y algunos elementos asociados a él. Las piezas cerámicas encontradas datan desde el año 750 dC y hasta el 1150 dC.
De acuerdo con diversos exploradores e historiadores, el Nahualac sería un espacio dedicado al culto principalmente de Tláloc, pero también de las deidades del …