Las aeronaves furtivas modernas —desde el primer F-117 hasta los más sofisticados cazas de EEUU, de Rusia y de China— le deben su principal ventaja estratégica a la obra de cierto físico soviético responsable de formular la teoría que hizo posible que los aviones puedan ocultarse de los radares enemigos, publica el diario alemán Stern.