La masa y el horno viajaron el pasado mes de noviembre a la Estación Espacial Internacional, con el fin de comprobar cómo afecta la microgravedad el horneado.
En el ya terminado 2019 se cumplió medio siglo desde la primera vez que un ser humano puso un pie sobre la Luna. Desde entonces han sido un total de doce los astronautas que han viajado al satélite, al que se espera que pronto se desplacen nuevos visitantes, quizás esta vez una mujer. También se planean viajes a Marte para un futuro no demasiado lejano. Sin embargo, a día de hoy, el destino más frecuente de los viajeros espaciales es la Estación Espacial Internacional (EEI), donde algunos se mantienen durante largas estancias, con el fin de realizar todo tipo de experimentos y reparaciones. Aunque las instalaciones son todo lo cómodas que se puede teniendo en cuenta la hostilidad de su enclave, aún dejan mucho que desear a niveles muy variados. Por eso, muchos proyectos están dirigidos simplemente a practicar nuevos métodos para que la estancia de los astronautas en órbita sea un poco más llevadera.Y esto pasa incluso por asuntos tan simples como poder saborear unas galletas recién horneadas. Aquí en nuestro planeta es tan fácil como cocinar, o incluso comprar, un poco de masa e introducirla en el horno; pero allí, 320 kilómetros por encima de la superficie terrestre, la tarea es más complicada. Por eso, el pasado mes de noviembre se envió hasta la EEI un horno diseñado especialmente para funcionar …