Los videojuegos no se terminan en «FIFA» y «Call of Duty». Ni siquiera en el fenómeno global llamado «Fortnite». Más allá de las grandes propuestas que copan año tras años las estanterías de las tiendas, existe una enorme cantidad de títulos independientes que, poco a poco, van ganando peso. Y parte de la culpa la tienen los pequeños estudios españoles. A pesar del reconocimiento que han recibido gracias a obras como «
Gris
», «
Maldita Castilla
» o «
RiMe
», las desarrolladoras lamentan que en el país siga sin apostarse con firmeza por un sector que, a pesar de su juventud, ha demostrado tener un enorme potencial. Tanto a nivel cultural como económico.Así lo demuestra, sin ir más lejos, el que el año pasado, solo en España, los videojuegos facturasen 1.530 millones de euros, según se apunta en el Libro Blanco de los Videojuegos de AEVI (Asociación Española de Videojuegos). Un 12,6 % más que en 2017, momento en el que ya se había convertido en la primera opción de ocio audiovisual, muy lejos del cine (585,7 millones) y la música grabada (237,2 millones). Datos que, además, colocan al país como el noveno gran consumidor a nivel global, pero que no se traducen en un mayor apoyo por parte del Estado a los estudios nacionales. Y si no es por falta de oportunidad de negocio, según los expertos tampoco es por falta de talento.
«España cuenta con una cantera muy potente de creadores de videojuegos. Desde animadores hasta guionistas o arquitectos, necesarios …