Durante décadas Watchmen, la novela gráfica y obra maestra de Alan Moore y Dave Gibbons, se consideró sencillamente inadaptable al cine. Una historia tan larga y compleja, llena de personajes importantes, múltiples escenarios y una combinación de todo tipo de «ficciones» y eras temporales era un trabajo que parecía imposible. Además, al ser una auténtica obra de culto, hacerlo mal supondría quedar estigmatizado para la eternidad, de modo que es normal que guionistas, productores y directores no se atrevieran.
La novela gráfica original se publicó en 1986. Y hete aquí que hubo que esperar hasta 2009: Zack Snyder cogió el toro por los cuernos y se atrevió con el reto. El resultado fue para muchos (me incluyo) una película colosal, probablemente la mejor película de superhéroes de la historia. (Y probablemente también la mejor secuencia de títulos de crédito, como otra película-dentro-de-la-película.) Pero como suele suceder no todo el mundo está de acuerdo: si a unos gusta aunque la hayan visto mil veces a otros les parece una aberración o –simplemente– una película para pasar el rato pero que no está a la altura.
KaptainKristian ha resumido en este vídeo [tiene buenos subtítulos] lo mejor y lo peor de la adaptación de la novela gráfica al largometraje, indicando todo tipo de detalles que cualquiera pasaría por alto aunque sea admirador de ambas obras. Entre otras cosas las grandes diferencias (como el «nivel de violencia», el uso del color o la pérdida del «ritmo» de los cómics) pero también los detalles, …