Tras el mejor año hasta ahora de Xbox One, 2017 está llamado a ser un punto de inflexión dentro de Microsoft y su división de videojuegos.
Es fácil recordar el desastroso inicio de generación de Microsoft: con Don Mattrick a la cabeza, la idea de una Xbox One que pusiera trabas al hecho de compartir juegos, que integrara medidas DRM, que llegaba para ser un centro multimedia, que incluía Kinect de forma obligatoria y, como guinda, que costara 100 dólares más, ofreciendo un hardware algo menos potente, que la competencia directa.
Esos primeros meses llenos de contradicciones e intentos de revertir la situación de un modo u otro fueron suficientes para que Sony y su PlayStation 4 tomaran tal ventaja en su liderazgo de la generación que, a día de hoy, parece imposible que vayan a cambiar las tornas. Pero, pese a ello, Microsoft supo enderezar el rumbo de la mano de Phil Spencer tras la ‘marcha’, cinco meses después del lanzamiento de Xbox One, de Don Mattrick.Tras un genial 2016, el presente año se torna complicado para Microsoft
Las medidas y el nuevo rumbo eran evidentes: Kinect pasaba a ese segundo plano del que nunca debió salir, la consola igualaba el precio de la competencia, se trabaja duro en mejorar la experiencia de usuario y el discurso se centrada en juegos, juegos y más juegos.
Desde entonces, se han lanzado grandes videojuegos como Halo 5: Guardians (uno de los juegos con mejor apoyo postlanzamiento de la generación), Gears of War 4 …