Lo cierto es que los agujeros negros fascinan a la humanidad no sólo por los misterios que representan, sino porque (casi) cualquier persona se siente al mismo tiempo atraída y horrorizada por las cosas más peligrosas que podamos imaginarnos. En todo caso, la única realidad alrededor de los agujeros negros es que esconden muchas claves del Universo y sin duda por eso la ciencia se afana en investigarlos hasta el punto de intentar simular uno de ellos en laboratorio con resultados inciertos.Ahora, gracias a Futurism y a la pista de los compañeros de CNN, sabemos que el telescopio James Webb ha estudiado el agujero negro del centro de nuestra propia galaxia, todo ello después de observar a miles de millones de años luz de distancia y a unos 13.000 millones de años hacia el pasado, para ayudar a los científicos a descubrir los secretos del universo en que vivimos.En este caso, ha sido un equipo de científicos de la Universidad Northwestern los que han estado trabajando a fondo con Sagitario A*, el agujero negro que podríamos considerar el corazón de la Vía Láctea y que está a unos 26.000 años luz de distancia de nuestra planeta, utilizando los instrumentos más sensibles del telescopio espacial más avanzado que la humanidad ha creado en toda su historia, para confirmar "un brillo burbujeante y en constante cambio" que les ha dejado asombrados."En nuestros datos, vimos un brillo burbujeante y en constante cambio. Y luego... ¡boom! De repente apareció una gran explosión de brillo …