El dinero llama al dinero. Siempre. Y Facebook no está dispuesto a cortar el grifo de una de sus principales fuentes de ingresos, los anuncios políticos. Lo hace por reforzar sus cuentas, aunque lo ha querido «vender» por otros motivos: la libertad de expresión. El acoso y derribo al que se ha visto sometido su fundador, Mark Zuckerberg, ante el torrente de preguntas de uno y otro bando (demócrata y republicano) ha servido para dejar patente sus intenciones, seguir amasando fortuna. El caso es que, con 35 años, el empresario, niño mimado de América hasta hace poco, se ha convertido en el foco de los ataques de los principales partidos estadounidenses. Algo que, tras protagonizar varios episodios controvertidos en un corto espacio de tiempo, se lo ha ganado a pulso.
¿Censura en la red social?
Es lo que se puede interpretar con su defensa de una de las medidas más inquietantes que ha acometido la red social en los últimos tiempos, permitir que los anuncios políticos puedan desinformar o incluir falsedades -algo prohibido, en teoría, a todos los usuarios- en periodo electoral. Con la cabeza alta, dice aceptarlo porque Facebook no es censor. Que no actúa como regulador de lo que es o no verdad. Que no le compete esa misión. Pero es cierto, sin embargo, que la plataforma se lucra a costa de, precisamente, el flujo informativo y, sibilinamente, actúa tratando noticias. Para bien o para mal, pero decide, organiza y jerarquiza. Como negocio, nunca va a hacer nada que …